Qué domingo más perezoso tengo, queridos pajilleros. He dormido como una marmota y me he levantado con un sueño que no hay Dios, ni virgen ni puta que lo entienda. No he hecho la cama, ni he desayunado, ni limpiado, ni comido, sólo me he duchado por refrescarme y tocarme un poco las tetas resbaladizas.